
Pero el truco está en que dentro de esa maleta se esconde… ¡un vehículo completamente funcional! Y no, no es broma ni un truco para una exposición. A principios de los 90, Mazda realmente construyó un auto que podías llevar contigo como equipaje.
Cuando dejaron soñar a los ingenieros
En esa época, Mazda organizó un concurso interno llamado Fantasyard. Las reglas eran simples pero audaces: los empleados podían proponer cualquier proyecto siempre y cuando rodara de verdad. Sin límites de sentido común. Fue en ese ambiente de libertad total donde nació uno de los autos más extraños en la historia de la marca.
La idea fue del ingeniero Yoshimi Kanemoto. Viajaba mucho por trabajo y conocía bien esa sensación: llegas al aeropuerto y luego toca esperar el camión, hacer transbordos y perder tiempo valioso. En algún momento pensó: ¿y si pudiera llevar mi propio auto conmigo?

Una maleta que… ¡corre!
El equipo tomó como base una maleta Samsonite común de aproximadamente 57 × 75 cm. La reforzaron, pero no por resistencia, sino para instalar un motor de dos tiempos de solo 33 cc. La potencia: 1.7 hp, que suena ridículo hasta que entiendes la magnitud de la locura.
Dentro cupo absolutamente todo:
- el pequeño motor
- tanque de combustible
- asiento
- manubrio con rueda delantera
- eje trasero
Desarmado parecía equipaje normal. Armado se convertía en un diminuto triciclo capaz de alcanzar unos 30 km/h. Lo mejor: se armaba en aproximadamente un minuto y sin necesidad de herramientas.
Casi listo para producción, pero demasiado loco
El proyecto fue tan exitoso que ganó el concurso. Mazda incluso fabricó dos unidades más: una para Estados Unidos y otra para Europa. Esas versiones ya traían equipo completo — faros, direccionales, claxon e incluso diferencial para mejorar un poco el manejo.
Desafortunadamente, nunca llegó a producción en serie. El prototipo original se destruyó por un accidente tonto, la versión europea desapareció y solo sobrevivió el ejemplar americano. La última vez que Mazda mostró públicamente el “auto-maleta” fue en 1994, en el programa de Oprah Winfrey.

Por qué hoy sería imposible hacerlo
La verdad, aunque Mazda quisiera repetir la hazaña ahora, homologar algo así para circular en vías públicas sería prácticamente imposible. Las normas de seguridad actuales no le darían ninguna oportunidad.
Aún así, la idea sigue fascinando. Un carro que puedes subir al avión representa la esencia de la imaginación ingenieril de los 90. Y aunque hoy solo serviría para moverte entre terminales del aeropuerto, el simple hecho de que existió nos recuerda algo: cuando das libertad total a los ingenieros, nacen cosas verdaderamente increíbles.