Autobuses eléctricos en ciudades de México: dudas sobre la 'solución perfecta' | noticias automotrices | automotive24.center

Autobuses eléctricos en las ciudades: ¿por qué en México empiezan a cuestionar la 'solución ideal'?

La idea pinta bien: autobuses eléctricos, silencio en las calles, aire más limpio y un transporte público moderno y sostenible

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Así se le vendió a la sociedad en los últimos años. México ha impulsado con fuerza la conversión del transporte público a electricidad — hoy en día, una parte creciente de la flota urbana ya es eléctrica, especialmente en las grandes metrópolis, con metas ambiciosas para eliminar por completo el diésel en los próximos años. Pero en la realidad, las cosas resultaron mucho más complicadas.

El problema que nadie quiso mencionar

Empecemos por un dato básico que se ignoró durante mucho tiempo: los autobuses eléctricos son considerablemente más pesados que los convencionales. Un autobús urbano diésel típico pesa alrededor de 12-14 toneladas, mientras que uno eléctrico puede llegar fácilmente a las 18-20 toneladas. La diferencia es enorme y representa una carga real sobre las calles y la infraestructura cercana.

Muchas ciudades no estaban preparadas. El asfalto, la base de las vialidades y las construcciones antiguas a lo largo de las rutas se diseñaron para cargas mucho menores.

Vibraciones en lugar de silencio

Paradójicamente, en vez del esperado "silencio y tranquilidad", residentes de varias colonias comenzaron a quejarse de vibraciones constantes. El efecto se nota especialmente al pasar topes o baches.

El pesado paquete de baterías genera impactos que se transmiten al suelo y a los edificios cercanos. La sensación es similar a vivir junto a una línea de tren ligero, pero sin rieles. Y, a diferencia de vehículos más ligeros, estos autobuses aceleran el deterioro del pavimento.

Ciudades donde el problema se hizo evidente

Un caso claro se ha visto en zonas de la Ciudad de México y Guadalajara, donde vecinos reportaron mayor vibración y daño acelerado en calles. En algunos corredores, al sustituir temporalmente los eléctricos por modelos diésel más ligeros por mantenimiento, las vibraciones disminuyeron notablemente; al regresar los eléctricos, el problema volvió.

Estudios en rutas de Monterrey y el Área Metropolitana han señalado que estos autobuses afectan el descanso nocturno de los habitantes, un tema sensible en entornos urbanos densos.

La respuesta de las autoridades — y las dudas que genera

En algunas ciudades, las autoridades han minimizado el asunto argumentando que los vehículos en general están ganando peso y que no hay nada extraordinario. Suena razonable en teoría, pero en la práctica parece evadir la responsabilidad.

Sí, los automóviles particulares han aumentado gradualmente de peso. Pero no suman toneladas de un día para otro. Con los autobuses eso pasó exactamente así: por decisión administrativa y no por evolución natural de la tecnología.

La conclusión que salta a la vista

El problema no está en la tracción eléctrica en sí. Puede ser una excelente opción donde realmente encaja. El problema radica en el enfoque dogmático: "eléctrico siempre es mejor, sin importar el contexto".

Las experiencias en ciudades mexicanas demuestran que, si se ignoran los efectos secundarios y las condiciones reales de operación, se pueden crear nuevos problemas en lugar de resolver los antiguos. A veces lo más sensato es detenerse, reconocer los errores y ajustar el rumbo. La pregunta es si las autoridades están dispuestas a hacerlo o seguirán insistiendo en que todo está bien.