
La lógica parece sencilla: menos emisiones del escape significan menos CO₂. Pero al revisar los números a fondo, la realidad es mucho más compleja. Un experto en economía del transporte ha analizado los datos, y las conclusiones no son precisamente favorables para la estrategia actual.
Una meta ambiciosa con resultados modestos
Aun aceptando que el cambio climático es un reto mayor y que la actividad humana contribuye significativamente, surge la pregunta clave: ¿está funcionando el camino elegido? En México, la respuesta no es clara. El transporte personal representa una porción tan pequeña de las emisiones globales de CO₂ que eliminarlo por completo no resolvería el problema a escala mundial.
Aun así, el gobierno federal ha implementado incentivos fiscales por miles de millones de pesos en los últimos años. Sumando exenciones locales y beneficios adicionales, la inversión total asciende a decenas de miles de millones en menos de una década.
¿Cuántos vehículos eléctricos obtuvimos con ese dinero?
Aquí es donde se pone interesante. A pesar de todos estos apoyos, circulan menos de 100,000 vehículos totalmente eléctricos en las carreteras mexicanas. Eso representa menos del 0.3% del parque vehicular total, que ronda los 40 millones de unidades. El impacto sigue siendo limitado.
Pero el problema no es solo la cantidad, sino la eficiencia. Con la actual mezcla energética del país, donde la electricidad no siempre proviene de fuentes renovables, la reducción de emisiones es bastante modesta.
El costo por tonelada de CO₂
Los análisis indican que reducir emisiones mediante incentivos a EVs cuesta considerablemente más que otras estrategias. El precio efectivo por tonelada de CO₂ evitada puede llegar a cientos de miles de pesos, mucho más alto que alternativas de descarbonización.
La red eléctrica tampoco ayuda mucho
Otro factor complicado es el suministro de electricidad. La red mexicana depende en gran medida de gas natural y otras fuentes fósiles en muchas regiones, y la transmisión de energía suma al impacto de carbono total. Como resultado, parte de los beneficios "verdes" prometidos por los EVs se pierde en el camino desde la planta generadora hasta el cargador.
Nuevos incentivos y preguntas pendientes
A pesar de esto, se mantienen y amplían beneficios fiscales como la deducción acelerada del 86% en ISR para 2025-2026 en vehículos eléctricos y híbridos. Estos apoyos benefician a un amplio rango de ingresos, aunque a menudo terminan en manos de quienes podrían comprar un EV de todos modos.
Por ejemplo: un EV compacto equivalente disponible en el mercado mexicano arranca alrededor de 700,000 pesos, con batería de unos 60 kWh y autonomía aproximada de 400 km. No es el auto familiar más obvio ni el más accesible, incluso con los apoyos fiscales.
Orientación de precio de mercado en México: 650,000–900,000 pesos para EVs compactos similares.
Una conclusión directa
Incluso si los incentivos impulsan cientos de miles de ventas adicionales de EVs, sigue siendo una gota en el océano frente al parque vehicular total. Y muchos compradores habrían optado por eléctrico sin el apoyo extra.
Al final, da la impresión de que se gasta mucho dinero en cifras bonitas y reportes, más que en reducciones reales de emisiones. No hace falta ser experto en economía para verlo: basta con mirar los resultados.